sábado, 17 de diciembre de 2011

Hilos de la Historia

Fotografía de Bernardino Ávila

Fukian o Fujen es una de las provincias más escarpadas de la escarpada China. Se yergue al sudeste del país, frente a la isla hostil de Taiwan, y quizá ni cien personas de los veinte millones que la habitan han oído hablar alguna vez de Argentina. Whan Cai So sabía de ella, sí, hace ya tiempo. La imaginaba como una enorme llanura soleada, con ríos de jade y frutos de dinero que se recogían de árboles rugosos, enormes y sin embargo, frágiles.
Cuando Whan llegó a Buenos aires, a fines de 1999, no conocía otra lengua que el cantonés. Si balbuceaba su nombre, la gente le respondía:”Ah, Juan. Te llamás Juan” Whan ayudaba a su cuñado en el mercadito El sol. Tras seis años de trabajo duro el cuñado había comprado aquel negocio con una telaraña de préstamos.
Alas once de la mañana del 19 de diciembre, Liu Yu Bing, la esposa del cuñado, oyó vagas noticias sobre saqueos en Fuerte Apache y la autopista del Oeste. Eran sitios próximos a El Sol, en Ciudadela, y decidió bajar las rejas del negocio.
Fue inútil. Cientos de personas llegaron de pronto, como una súbita plaga de langostas, rompieron las rejas y limpiaron las góndolas, la vivienda del piso alto, el árbol de navidad, la bomba de agua. “En apenas dos horas nos dejaron sin vida” dijo Liu Yu.
Whan no podía, no sabía hablar. Apoyó las manos en una de las góndolas y rompió a llorar. Era un llanto caudaloso, irrefrenable, más vasto aún que el hambre de quienes lo habían despojado. Se echó al piso vacío del mercado, golpeó las baldosas con los puños y siguió llorando con lágrimas de otro mundo y palabras que no tenían fin.
Dos horas estuvo Whan entregado al duelo de su llanto, mientras los dulces ríos de jade de la llanura, a su alrededor, ardían.

Mariela Rosales, de veintiocho años, fue asesinada de dos balazos por el dueño del supermercado Hola, en Lomas de Zamora, mientras arrebataba, en el tumulto de los saqueos dos botellas de aceite y dos paquetes de harina.
A un chico lo abatió una perdigonada de la policía en Villa Allende, Córdoba. Le dieron en el pecho. Al caer, rompió la botella de Coca-Cola que era su único saqueo.
Liu Yan Qung, de Villa Fiorito, vio que una marea humana embestía la puerta de su negocio. Disparó a la multitud y su bala dio de lleno en la cabeza de un vecino de veinticuatro años. En poco más de veinte horas hubo casi treinta muertos, o treinta y dos, o veintiocho. Las tragedias rara vez tienen cifras exactas.
Más de doce años antes, El gobierno de Raúl Alfonsín había caído bajo el peso de catorce muertos en la desesperación de los saqueos. La herida de esa víspera de Navidad era más numerosa y, tal vez, más incurable. Whan lloraba por su ruina, pero también lloraba —sin saberlo— por la Argentina que se desplomaba.  

Saqueos  Tomás Eloy Martínez

Extraído de : EPISODIOS ARGENTINOS Diciembre y después   

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